lunes, 15 de octubre de 2012

Encontrar el valor de imaginar un "para siempre"




Recuerdo cuando me di cuenta de ello; no estoy segura si era el atardecer el que jugaba con mis sueños, pero todo fue claro al mirarte. Lo supe, sí, con sólo mirarte aquella vez; supe que no me costaba nada imaginar una vida contigo. Veía pasar los años, te veía envejecer a mi lado, nos veía como dos niños en una vida inagotable para ellos. Podríamos aparecer mil sonrisas del aire. Sé que tú y yo seríamos capaces de ayudarnos a superar tiempos difíciles como nadie más podría hacerlo, y de las maneras más inusuales. Vi a un cómplice de vida.

Recuerdo que tomé tus manos y las miré; tus manos que tanto conozco y tan características que considero de ti. Son manos grandes en comparación a las mías; manos que cubren, manos que forman. Siempre hay calidez en ellas. El recuerdo y los detalles de tus manos son algo que siempre tendré presente, lo sé. Verlas cambiar sería mi más grande dicha, más si aún sostienen las mías.

Contigo aprendí el valor de imaginar un "para siempre". No es necesario explicarlo ni razonarlo, solamente hay que amar.



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