Cada vez más encuentro más
respuestas del por qué yo estoy siguiendo este camino. Habito entre un mundo de
ideas, de pensamientos ajenos, de puntos de vista ajenos al mío que me hacen
pensar que no existe una realidad como tal de este mundo: vivo en un universo
de letras. Algunas personas, especialmente los que no son lectores, me han
dicho que la gente lee para “evadir el mundo real”. Sin embargo, he notado que
muchos leemos para tratar de entender lo que nos rodea, para sentir la vida,
para buscar respuestas o llenar nuestro espíritu. Leyendo entendemos que no
somos los únicos que somos invadidos por tantos pensamientos. Pienso que lo que
se ha escrito es realmente lo que nos entrelaza como seres humanos. Sólo con
esos lazos podemos llamarnos humanidad.
Entre esas
reflexiones que van cobrando cada vez más sentido en mi cabeza, llegó a mi
cierto día un escrito que debía leer para la clase de Literatura y cultura renacentistas y barrocas I, que hablaba sobre
cómo cambiaron los libros y las bibliotecas en el renacimiento, pasando de ser
grandes pergaminos encadenados a las mesas dentro de las mismas a ser los
libros accesibles que tenemos ahora. Ese gran cambio fue una revolución. La
lectura se volvió más frecuente entre diferentes clases de personas, surgieron
los coleccionistas de libros que sólo se hacían llamar cultos por poseer
grandes clásicos de la literatura, leer se volvió un pasatiempo, se buscó la
comodidad en las bibliotecas, los libros eran mucho más accesibles, entre otras
cosas. Con todo lo anterior, como es de esperarse, la manera de ver los libros y
la manera de leer cambió completamente.
Antes se cargaban
grandes pergaminos difíciles de manipular, la manera de obtenerlos era aún más
difícil y la lectura era, a mi parecer, mucho más seria y centrada. El ambiente
que había en las bibliotecas no invitaba a disfrutar, parecía más bien una sala
donde entrabas únicamente a buscar alguna clase de información o a leer algo de
interés. Después de que los libros se volvieron más manejables la situación
cambió. Como decía Maquiavelo, había lecturas sencillas o “de playa” para pasar
un buen rato, y otras más serias que requerían mayor atención. Más gente
obtenía con mayor facilidad los libros, y con eso las necesidades del lector,
junto con un mayor ánimo por publicar por parte de los escritores, hicieron que
todo aquello se volviera una industria y la cantidad de libros aumentara.
Otra cosa que
empezó a ocurrir fue que el punto de vista de cómo interpretar una lectura
cambió. Anteriormente se leía algo de otra época y se interpretaba de acuerdo a
lo que ocurría en ese instante. Ahora los lectores pensaban diferente: deseaban
leer todo para volver a revivir épocas pasadas y conversar con personajes de
otros tiempos. Hay un mayor interés por conocer lo que otros pensaban y cómo lo
pensaban tomando en cuenta lo que estaban viviendo.
Con todo lo
anterior me pongo a pensar en nuestra manera de ver los libros actualmente. Sí,
es cierto que en clase los analizamos conforme a la cultura y a la época, y
creo que podemos tomar aquello para ampliar nuestros horizontes.. Últimamente
he estado comenzando a entender lo que leo como si estuviera leyendo las
extensiones de las ideas de distintas personas, como si estuviera abriendo las
puertas de realidades distintas que interpretan el mundo, no de una manera
errónea, sino siempre certera ya que puede que éste esté conformado de todas
nuestras pequeñas realidades. He estado tomando la idea de que el lenguaje no define todo lo que conocemos, sino que
limita una parte de un todo y, dependiendo del idioma que hablemos, hay algo
dentro de éste que define la manera en la que vemos el mundo. Por ese motivo
creo que escribo para entender, para sentir y para vivir lo que desconozco, ya
que últimamente me he estado enfocando en explorar personajes casi
completamente ajenos a mi persona. También pienso que por ese motivo, leer para
nosotros debe ser una manera de explorar microcosmos, de entender algo que aún
no me queda muy claro, de abrir nuestras mentes a las distintas facetas que
existen en vez de seguir sólo una dirección. Creo que los lectores debemos ser
lugares de paso donde de vez en cuando puedan descansar algunas ideas para
luego marcharse dejando atrás un poco de ellas. Aún así es importante que no
dejemos de tener una visión propia de las cosas. Ser lectores, para mi, es tener
la capacidad de entender que hay algo más allá de nuestra propia realidad. Tenemos la fortuna de poder explorar algo ajeno a nosotros y, aunque no sea por completo, ser
parte de ello.
Es fascinante el hecho de leer y escribir. Cada
vez me doy más cuenta del por qué del camino que tomo. No me arrepiento.