lunes, 21 de mayo de 2012

La diversidad


El ser humano es capaz de amar. El amor no es cualquier cosa, es algo tan poderoso e indescifrable que no merece y no puede ser reducido una sola posibilidad, una variante definida por el género de cada individuo. Nosotros ya hemos ido más allá de la cuestión de preservar la especie: seres humanos distintos entre sí (que normalmente en la naturaleza pensarían en sobrevivir y nada más) sintiendo atracción y afecto por otro que va más allá de su persona, en una conexión invisible pero innegable. Será sensato que, si pensamos así las cosas, comencemos a amar personas completas en vez de amar imágenes o estereotipos. La riqueza de la diversidad sexual nos abre el panorama de lo que realmente es eso, sólo reconociéndola seremos capaces de ir más allá la intensión instintiva de reproducirnos; sólo así entenderemos que el género no importa en lo absoluto. El hecho de amar se vuelve entonces algo más sublime y maravilloso.
Recordemos por un segundo que el mundo existe antes que los seres humanos. Al llegar nosotros y tener entendimiento de lo que ocurría a nuestro alrededor, comenzamos a preguntarnos el porqué de las cosas. Fuimos nosotros quienes realmente empezamos a darle significado a todo lo que nos rodea, a darle un valor. Pero también entendamos que definir es limitar, y limitar también puede ser cancelar posibilidades, discriminar, rechazar, odiar… Dejemos de poner etiquetas e identifiquémonos como los seres humanos que somos. Seamos simplemente eso, humanos. Maravillémonos de la variedad que existe dentro de nuestra propia individualidad, y por qué no, también de nuestra colectividad.
Hoy intentemos retirar por un segundo la venda de nuestros ojos, intentemos dejar de un mundo en blanco y negro, como suele verse. Creo firmemente que la “realidad” que intentamos imponerle a otros no existe; sino que cada quien es un microcosmos con su propia verdad acerca del mundo. Abramos nuestros ojos y cambiemos los colores de la vida. No debemos desaprovechar la oportunidad de conocer la vida desde otras perspectivas. Sólo así entenderemos y toleraremos de una mejor manera todo lo que nos rodea. ¿Por qué rechazar lo diferente a ti si todo lo que hay lo es?

domingo, 6 de mayo de 2012

Una pequeña reflexión (en construcción)


Cada vez más encuentro más respuestas del por qué yo estoy siguiendo este camino. Habito entre un mundo de ideas, de pensamientos ajenos, de puntos de vista ajenos al mío que me hacen pensar que no existe una realidad como tal de este mundo: vivo en un universo de letras. Algunas personas, especialmente los que no son lectores, me han dicho que la gente lee para “evadir el mundo real”. Sin embargo, he notado que muchos leemos para tratar de entender lo que nos rodea, para sentir la vida, para buscar respuestas o llenar nuestro espíritu. Leyendo entendemos que no somos los únicos que somos invadidos por tantos pensamientos. Pienso que lo que se ha escrito es realmente lo que nos entrelaza como seres humanos. Sólo con esos lazos podemos llamarnos humanidad.
Entre esas reflexiones que van cobrando cada vez más sentido en mi cabeza, llegó a mi cierto día un escrito que debía leer para la clase de Literatura y cultura renacentistas y barrocas I, que hablaba sobre cómo cambiaron los libros y las bibliotecas en el renacimiento, pasando de ser grandes pergaminos encadenados a las mesas dentro de las mismas a ser los libros accesibles que tenemos ahora. Ese gran cambio fue una revolución. La lectura se volvió más frecuente entre diferentes clases de personas, surgieron los coleccionistas de libros que sólo se hacían llamar cultos por poseer grandes clásicos de la literatura, leer se volvió un pasatiempo, se buscó la comodidad en las bibliotecas, los libros eran mucho más accesibles, entre otras cosas. Con todo lo anterior, como es de esperarse, la manera de ver los libros y la manera de leer cambió completamente.
Antes se cargaban grandes pergaminos difíciles de manipular, la manera de obtenerlos era aún más difícil y la lectura era, a mi parecer, mucho más seria y centrada. El ambiente que había en las bibliotecas no invitaba a disfrutar, parecía más bien una sala donde entrabas únicamente a buscar alguna clase de información o a leer algo de interés. Después de que los libros se volvieron más manejables la situación cambió. Como decía Maquiavelo, había lecturas sencillas o “de playa” para pasar un buen rato, y otras más serias que requerían mayor atención. Más gente obtenía con mayor facilidad los libros, y con eso las necesidades del lector, junto con un mayor ánimo por publicar por parte de los escritores, hicieron que todo aquello se volviera una industria y la cantidad de libros aumentara.
Otra cosa que empezó a ocurrir fue que el punto de vista de cómo interpretar una lectura cambió. Anteriormente se leía algo de otra época y se interpretaba de acuerdo a lo que ocurría en ese instante. Ahora los lectores pensaban diferente: deseaban leer todo para volver a revivir épocas pasadas y conversar con personajes de otros tiempos. Hay un mayor interés por conocer lo que otros pensaban y cómo lo pensaban tomando en cuenta lo que estaban viviendo.
Con todo lo anterior me pongo a pensar en nuestra manera de ver los libros actualmente. Sí, es cierto que en clase los analizamos conforme a la cultura y a la época, y creo que podemos tomar aquello para ampliar nuestros horizontes.. Últimamente he estado comenzando a entender lo que leo como si estuviera leyendo las extensiones de las ideas de distintas personas, como si estuviera abriendo las puertas de realidades distintas que interpretan el mundo, no de una manera errónea, sino siempre certera ya que puede que éste esté conformado de todas nuestras pequeñas realidades. He estado tomando la idea de que el lenguaje no define todo lo que conocemos, sino que limita una parte de un todo y, dependiendo del idioma que hablemos, hay algo dentro de éste que define la manera en la que vemos el mundo. Por ese motivo creo que escribo para entender, para sentir y para vivir lo que desconozco, ya que últimamente me he estado enfocando en explorar personajes casi completamente ajenos a mi persona. También pienso que por ese motivo, leer para nosotros debe ser una manera de explorar microcosmos, de entender algo que aún no me queda muy claro, de abrir nuestras mentes a las distintas facetas que existen en vez de seguir sólo una dirección. Creo que los lectores debemos ser lugares de paso donde de vez en cuando puedan descansar algunas ideas para luego marcharse dejando atrás un poco de ellas. Aún así es importante que no dejemos de tener una visión propia de las cosas. Ser lectores, para mi, es tener la capacidad de entender que hay algo más allá de nuestra propia realidad. Tenemos la fortuna de poder explorar algo ajeno a nosotros y, aunque no sea por completo, ser parte de ello.   
Es fascinante el hecho de leer y escribir. Cada vez me doy más cuenta del por qué del camino que tomo. No me arrepiento.